Cuerpos de agua: territorios en disputa
Esta entrada recorre las historias de Cujacal, Obonuco y otros corregimientos de Pasto, donde el agua se ha vuelto eje de disputa entre comunidad, industria y Estado.
11/7/20253 min read


Narrativas desde los corregimientos de Pasto
En los corregimientos de Pasto, el flujo del agua, es una huella técnica y espiritual que enlaza comunidades, saberes y geografías. Como afirma Arturo Escobar (2016), “los territorios no son espacios vacíos: son tejidos de relaciones entre humanos y no humanos que sostienen mundos posibles”.
En el corregimiento de Cujacal, la historia reciente condensa esa tensión. En 2019, la construcción del parque logístico EPROCOM alteró el curso del agua que abastecía a la comunidad de San Isidro. El corte de una manguera subterránea, ejecutado bajo la lógica del progreso y la propiedad privada, interrumpió los flujos materiales y simbólicos que sostenían la vida agrícola y comunal.
El agua, que durante cien años había sido un bien común, se convirtió en un objeto de disputa. La sequía se volvió metáfora de una ruptura más profunda: la desconexión entre el desarrollo urbano y el equilibrio ecológico del territorio.
De Cujacal a Obonuco: continuidad del territorio
Lo sucedido en Cujacal se repite en distintos corregimientos como Obonuco, Jongovito o Catambuco, donde el avance de la ciudad de Pasto ha transformado los paisajes hídricos y sociales. Los canales ancestrales que guiaban el agua desde los nacimientos hasta las chacras hoy son desplazados por carreteras, industrias o urbanizaciones que no reconocen los sistemas vivos que interrumpen.
Estas transformaciones revelan lo que Donna Haraway (2015) llama la necesidad de “volver a tejer parentescos con lo más que humano”. El agua, al ser desplazada o privatizada, deja de ser un agente con quien se convive y pasa a ser un recurso que se administra. La pérdida no es solo ecológica, sino ontológica: se erosiona la relación de reciprocidad entre comunidad y entorno.
Frente a esto, los proyectos artísticos y comunitarios funcionan como formas de reexistencia, en el sentido que propone Catherine Walsh (2010): prácticas que, desde los márgenes, reconstruyen modos de vida no capitalocéntricos, basados en la escucha, la colaboración y la memoria.
Arte, tecnología y ecología relacional
Surge la urgencia por pensar la tecnología como un territorio sensible. Inspirada en los bosques nublados que rodean Pasto, la obra construye un paisaje visual y sonoro interactivo donde el público altera, con su presencia, los flujos de luz, sonido y datos.
El sistema utiliza herramientas como TouchDesigner y sensores de proximidad para generar respuestas en tiempo real, articulando el movimiento humano con la materialidad digital. Esta dimensión técnica encarna lo que Gilbert Simondon (1958) entendía como “una relación de individuación entre lo humano y lo técnico”: un proceso donde ambos coevolucionan, sin jerarquías fijas.
La obra convierte la tecnología en una extensión ecológica, no en un instrumento de control. En términos de Tim Ingold (2013), el proyecto opera como “una correspondencia entre líneas de vida”: el flujo del agua, del cuerpo y del código se entretejen en una misma red de afectos.
Estética de la niebla y política de la presencia
En su dimensión poética, BosqueNublado.io se inscribe en lo que Érik Bordeleau (2015) denomina “una política de la atención anónima”: una práctica estética que disuelve la identidad del sujeto creador en un campo de fuerzas colectivas. En la instalación, la autoría se distribuye entre el territorio, las máquinas y el público; nadie domina la experiencia, todos la cohabitan.
La niebla del bosque —materia, símbolo y atmósfera— se vuelve metáfora de esta condición: difusa, inestable, interdependiente. Como sugiere el colectivo Tiqqun (2001), “habitar el mundo implica deshacerse del yo como unidad y entrar en una relación de resonancia con el entorno”.
La obra, entonces, no representa la naturaleza: la encarna como experiencia sensorial y política.
Hacia una cartografía viva del agua
Los casos de Cujacal, Obonuco y otros corregimientos son nodos de una misma cartografía: un sistema de relatos donde el agua revela la trama invisible de los territorios.
BosqueNublado.io busca registrar y amplificar esas imagenes, proponiendo una estética de las tecnoimagenes como portadoras de memoria.
En palabras de Arturo Escobar (2020), “la tarea del pensamiento y el arte en el Antropoceno no es representar la crisis, sino reconfigurar las condiciones de habitabilidad”.
Este proyecto se asume como una práctica de reconfiguración: un gesto que combina código y comunidad, tecnología y escucha, para abrir espacios donde el agua vuelva a fluir —como materia, como memoria y como relato compartido.
Referencias
Escobar, Arturo. Sentipensar con la Tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. (2016, 2020).
Haraway, Donna. Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthulucene. (2015).
Walsh, Catherine. Interculturalidad, Estado, Sociedad: Luchas (de)coloniales de nuestra época. (2010).
Simondon, Gilbert. Du mode d’existence des objets techniques. (1958).
Ingold, Tim. Making: Anthropology, Archaeology, Art and Architecture. (2013).
Bordeleau, Érik. Por una política de la atención. (2015).
Tiqqun. La comunidad que viene. (2001).
